DEJAD QUE OS MUESTRE
foto, 11 de enero de 2010
Sólo así me pertenece, del fondo de estas aguas,
la cavidad de mi puño,
este vínculo cerrado
que jamás
derribará la noche.
La resistencia que nunca paseó por calles
sin haber permanecido entre la opacidad del barro
y el mudo confinamiento
de rótulos de alquitrán.
No como musgo sensitivo,
no como ala de las nubes
o antena del desierto.
El tiempo repite sus concéntricos equívocos,
no descifra
este cúmulo de imprecisiones,
este giro antepasado de sí mismo
de huesos anatómicos
y átomos con brillo de tormenta.
Nada se mueve en la cavidad de mi puño
ni justifica este socavón que yace
bajo un lecho de mayúsculas,
en cuyo fondo,
supuran las elaboraciones.
Queda una edad de pálpitos perdidos,
hematíes y orgánicas canteras
donde el agua destila
su prehistórico oxígeno.
Queda un temple,
un ansia,
una fractura que jamás
encontrará sus dimensiones.
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